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Grados de Amor de Dios
los grados de esta escala de amor, por donde el alma de uno a otro va
subiendo a Dios, son diez.
El primer grado de amor hace enfermar al alma provechosamente.
El alma encuentra a Dios, y queda prendada de su hermosura.
En este grado de amor habla la Esposa cuando dice: Conjúroos hijas de
Jerusalén, que, si encontráredes a mi Amado, le digáis que estoy enferma
de amor.
El segundo grado hace al alma buscar sin cesar a Dios.
De donde cuando la Esposa dice que, buscándole de noche en su lecho
(cuando, según el primer grado de amor, estaba desfallecida) y no, le
halló, dijo: Levantarme he, y buscaré al que "ama mi alma". Lo cual,
como decimos, el alma hace sin cesar, como lo aconseja David diciendo:
"Buscad siempre la cara de Dios y, buscándole en todas las cosas, en
ninguna reparad hasta hallarle".
Como la Esposa, que, en preguntando por él a las guardas, luego pasó y
las dejó. María Magdalena, ni aun en los ángeles del sepulcro reparó.
Aquí, en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas
busca al Amado; en todo cuanto piensa luego piensa en el Amado; en
cuanto habla, en todos cuantos negocios se ofrece, luego es hablar y
tratar del Amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace
cualquiera cosa, todo su cuidado es en el Amado...
El tercero grado de la escala amorosa es
el que hace al alma obrar y le pone calor para no faltar.
De éste dice el Real Profeta: "Bienaventurado el varón que teme al
Señor, porque en sus mandamientos codicia obrar mucho", Donde si el
temor, por ser hijo del amor, le hace esta obra de codicia, ¿qué hará el
mismo amor? En este grado, las obras grandes por el Amado tiene por
pequeñas; las muchas, por pocas; el largo tiempo en que le sirve, por
corto; por el incendio de amor, en que ya va ardiendo..
El cuarto grado de esta escala de amor
es en el cual se causa en el alma, por razón del Amado, un ordinario
sufrir sin fatigarse. Porque, como dice San Agustín, todas las cosas
grandes, graves y pesadas, casi ningunas y muy ligeras las hace el amor.
En este grado hablaba la Esposa cuando, deseando ya verse en el último,
dijo al Esposo : Ponme como señal en tu corazón, como señal en tu brazo;
porque la dilección, esto es, el acto y obra del amor, es fuerte como la
muerte, y dura emulación y porfía como el infierno: * El espíritu aquí
tiene tanta fuerza, que tiene tan sujeta a la carne, y la tiene tan en
poco, como el árbol a una de sus hojas...
El quinto grado de esta escala de amor
hace al alma apetecer y codiciar a Dios impaciente mente. En este grado,
la amante, tanta es la vehemencia que tiene por comprender al Amado y
unirse con El que toda dilación, por mínima que sea, se le hace muy
larga, molesta y pesada, y siempre piensa que halla al Amado; y cuando
ve frustrado su deseo (lo cual es casi a cada paso), desfallece en su
codicia, según, hablando en este grado, lo dice el Salmista: "Codicia y
desfallece mi alma a las moradas del Señor."
En este grado el amante no puede dejar de ver lo que ama, o morir, en el
cual Raquel, por la gran codicia que a los hijos tenia, dijo a Jacob, su
esposo: "Dame hijos; si no, yo moriré".
Aquí se ceba el alma en amor, porque según la hambre es la hartura...
El sexto grado hace correr al alma
ligeramente a Dios; y así, sin desfallecer, corre por la esperanza, que
aquí el amor que la ha fortificado le hace volar ligera.
El séptimo grado de esta escala hace
atrever al alma con vehemencia. Aquí el amor no se aprovecha del juicio
para esperar, ni usa del consejo para se retirar, ni con vergüenza; se
puede enfrenar; porque el favor que ya Dios hace aquí al alma la hace
atrever con vehemencia.
El octavo grado de amor hace al alma
asir y apretar sin soltar, según la Esposa dice de esta manera : Hallé
al que ama mi corazón y ánima; túvele, y no le soltaré. * En este grado
de unión satisface el alma su deseo, mas no de continuo, porque algunas
llegan a poner el pie y luego le vuelven a quitar, porque, si durase,
seria cierta manera de gloria en esta vida, y así muy pocos espacios
pasa el alma en él.
El nono grado de amor hace arder al alma
con suavidad.
Este grado es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios
suavemente. Porque este ardor suave y deleitoso les causa el Espíritu
Santo por razón de la unión que tienen con Dios. Por eso dice San
Gregorío de los Apóstoles que cuando el Espíritu Santo visiblemente vino
sobre ellos, que interiormente ardieron por amor, suavemente. De los
bienes y riquezas de Dios que el alma goza en este grado, no se puede
hablar, porque, si de ello se escribieron muchos libros, quedaría lo más
por decir...
El décimo y último grado de esta escala
secreta de amor hace al alma asimilarse totalmente a Dios, por razón de
la clara visión de Dios que luego posee inmediatamente el alma, que,
habiendo llegado en esta vida al nono grado, sale de la carne. Porque
estos, que son pocos, por cuanto ya por el amor están purgadisimos, no
entran en el purgatorio...
Esta es la escala secreta que aquí dice el alma, porque muchos se le
descubre el amor, por los grandes efectos que en ella hace...